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Del colapso al silencio: la incertidumbre del derrumbe del 8 de febrero en Caballito

Las víctimas continúan preguntándose, luego de siete meses, cuándo volverán a sus hogares, mientras lamentan que la justicia esté en un punto muerto.

Por Julia Szymanski

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El derrumbe del edificio en la avenida Pedro Goyena al 551 interrumpió la rutina de los residentes en el barrio de Caballito hace más de medio año. El colapso ocurrió el 8 de febrero de 2024 en una obra en construcción, que perjudicó gravemente al edificio lindero (555), y lo dejó inhabitable. Son 13 las familias damnificadas y una la que sufre la muerte de dos hermanos (75 y 82 años). Actualmente, reina un clima de desasosiego. No solo en torno a las causas del derrumbe y el alquiler de los hogares temporales de los afectados, sino también respecto al futuro del barrio de Caballito.

Antes y después de la propiedad horizontal (PH) lindero a Pedro Goyena 551. 

Crédito: Chiara Perin. Gentileza Dra. Andrea Nápoli, Dirección General Derechos de Acceso a la Ciudad. 

Las causas del siniestro siguen siendo motivo de debate entre las distintas partes involucradas. Rodolfo Godoy, jefe de la unidad de búsqueda y rescate K9, coordinó el rescate de las víctimas el día del colapso. Enfatizó que la lluvia y los desagües pluviales de la propiedad horizontal socavaron la tierra y dejó la pared endeble y sin sustento. Por el contrario, Federico Ballán, presidente de la Comuna 6, declaró: “Hay un montón de obras en construcción en la ciudad; esta no es la primera que se hace con lluvia, pero sí fue la única que se cayó. Si bien las condiciones climáticas suman, el problema fue que la hicieron decididamente mal”. 

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En cuanto a las conjeturas de los vecinos afectados, uno de ellos, Lucas Ramagnano, apuntó a una clara negligencia en la construcción. Sostuvo que se tomaron atajos peligrosos para abaratar costos y que la dirección de la obra estaba en manos de un maestro mayor de obras, en lugar de un profesional de la construcción cualificado. De acuerdo con el gobierno de la ciudad, las incumbencias de este técnico abarcan obras de baja altura y otro tipo de refacciones. A su vez, contó que sospecha que la empresa presentó planos diferentes a los que finalmente ejecutó ya que profundizó el subsuelo más allá de lo permitido. Otra de las damnificadas, Tania (que resguardó su apellido), ofreció una visión diferente basada en las denuncias previas: “Hace rato estábamos haciendo denuncias formales e informales; en el momento en que se nos caía un pedazo de pared o se nos abría el piso buscábamos a quienes estaban trabajando. Todo fue ignorado; advertimos y nadie escuchó”. Tania cree que las advertencias de los vecinos podrían haber evitado la tragedia si hubieran sido atendidas a tiempo; de la misma manera, lo indicó Ballán. 

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Las perspectivas sobre la raíz del derrumbe son variadas. No obstante, más allá de las diversas hipótesis, la edificación estaba registrada con permiso del Gobierno de la Ciudad con inicio en agosto de 2023 y se encontraba en etapa de demolición. Dos semanas antes del derrumbe, quienes vivían en la propiedad horizontal (PH) lindera habían solicitado una nueva inspección sobre el estado de las cañerías y cloacas. La respuesta de la inspección, con la verificación de que la obra había afectado la estructura, se dio una vez que ya se había producido el colapso. 

Observaciones de las inspecciones de Seguridad e Higiene en Obras en la construcción a cargo de QUBO Proyectiones & Negocios. Fuente: Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Crédito: JS.

El proyecto se trataba de un edificio de nueve pisos en los que se distribuirían 16 unidades, todas de cuatro ambientes de 123 metros cuadrados a 260 metros cuadrados. A su vez, contaría con diversos amenities, cocheras y un sector de bike parking para 34 bicicletas en subsuelo y planta baja. Según algunos portales inmobiliarios, la entrega de los departamentos estaba prevista para julio de 2025. La empresa que desarrollaba era QUBO Proyectos & Negocios. Hoy, su cuenta en Instagram (@quboproyectos) es privada y no han respondido a los intentos de contacto. Conforme al Boletín Oficial, sus socios son Yanina Natalia Cueto, Fernando José Cueto y Jorge Ezequiel Cueto; todos argentinos y empresarios.

“Todavía tengo las llaves de mi casa como si algún día fuera a volver”, se lamentó De Ines.

Crédito: Chiara Perin.

A pesar de la magnitud del desastre, el caso judicial avanza a paso lento. La obra permanece clausurada y las viviendas siguen abandonadas, mientras las familias intentan retomar sus vidas. Los primeros días posteriores al derrumbe los residentes del PH contaron que se hospedaron en hoteles. Luego, según Ramagnano, algunos fueron reubicados en casas cuyo alquiler está a cargo “entre comillas” de la constructora. Otra de las afectadas, Martina de Ines manifestó que el Gobierno les dio un bono de 150 mil pesos a cada uno para “volver a empezar”. Dora Elena Zajad, miembro de SOS Caballito, una de las organizaciones vecinales, sostuvo que costó mucho que alguien se ocupara de pagar un destino transitorio a los residentes del PH. Sin embargo, detrás de escena Federico Ballán manifestó que el Gobierno se hizo cargo del alquiler que en algún momento tendrá que pagar la empresa. Aún así persiste el temor de que a la hora de saldar la deuda, la desarrolladora “quiebre, se deshaga de sus bienes y no indemnice a nadie”, como expresó el comunero. La incertidumbre sobre el futuro es palpable. 

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El derrumbe no fue un suceso inesperado para los vecinos, quienes venían alertando sobre problemas en la obra desde septiembre del 2023, un mes después de la fecha habilitada para el inicio de la obra. En efecto, los damnificados denunciaron numerosas veces ante la Justicia previamente al colapso. Se quejaron de grietas y rajaduras tanto en sus casas como en la medianera que afectaban los pasillos del PH. A pesar de las numerosas advertencias, la respuesta de la constructora siempre fue la misma: “Es normal en las construcciones. Después lo arreglamos; no pasa nada”. No solo esto, sino que, según el Proyecto de Resolución de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, los reclamos fueron desestimados e incluso una cautelar fue rechazada por el juez Sebastián Font media hora antes de que se produjera el desmoronamiento. Algunos vecinos manifestaron su profundo malestar ante lo que consideran una inacción judicial y una falta de respuestas concretas tras el derrumbe. A pesar de los reclamos reiterados, perciben una demora en la resolución del conflicto y en la determinación de responsabilidades. Tania manifestó: “Además de que no se siga esa obra y que se recuerde a las personas que perdieron la vida, el mayor pedido es de justicia; eso queremos”. Por su parte, De Ines confesó que le encantaría que algún día comience el juicio y que quienes tienen que hacerse cargo del derrumbe, más allá de pagar, cumplan su condena. â€‹

“El proyecto estaba bien presentado; la forma de construirlo fue un desastre. Como había varias denuncias, la justicia está investigando”, expresó Federico Ballán, jefe de la Comuna 6. 

Crédito: JS.

El caso de Pedro Goyena 551 no es aislado. Según Mariano Martín Ledesma, jefe de la brigada especial de rescate del cuerpo de bomberos, hay muchas obras en construcción, por ende, hay muchos riesgos de derrumbe; concepto que en la estación extienden desde la caída de un alero en una vereda hasta el colapso de todo un edificio. El equipo incluso cubre casos de incidentes más pequeños. Así, Caballito es otro barrio en constante transformación. De hecho, existe un debate interno ferviente en torno al desarrollo de grandes edificios que reemplazan antiguas casas y PHs. Mientras algunas voces prefieren el progreso, otras abogan por evitar tantas nuevas construcciones.

 

Desde la perspectiva de quienes apoyan el desarrollo urbano, Ballán, comunero y miembro del partido Juntos por el Cambio declaró: “En un país en el que tratamos de respetar la propiedad privada, lo que uno hace con su casa, si el código urbanístico lo permite, es una decisión totalmente personal. Están todo el tiempo tomando decisiones con plata ajena o sobre cosas que no les pertenece. Entonces, es muy fácil la postura hasta romántica de 'Ay, ¡no! El barrio que yo quería o la casa bajita donde yo pasé los mejores recuerdos de la infancia'”. De todas formas, de acuerdo con el funcionario este movimiento, que categorizan NIMBY (Not In My Back yard), es una tendencia mundial.​

 

Por su parte, aquellos que abogan por la protección del entorno y la regulación de nuevas construcciones, como SOS Caballito, defienden que la dualidad “desarrollo o protección” es incorrecta, porque ambos conceptos van de la mano. Zajad, una de sus integrantes, declaró: “Ellos instalan aquel síntagma como si nosotros fuéramos trogloditas que no dejan construir”. Proteger es, según ella, evolución, porque implica cuidar tanto la identidad y la historia como también la calidad de vida de los habitantes.

Crédito: JS.

Ilustración casa derrumbada

Mientras el juicio, caratulado como “estrago seguido de muerte”, sigue sin resolverse, los vecinos continúan viviendo en la duda. A partir del derrumbe, Tania afirmó que su rutina cambió y hasta día de hoy es una batalla diaria debido a que les quitó muchas cosas y la posibilidad de ocuparse de otras, con lo cual todo el tiempo tienen que buscar formas y recursos para sostenerse. Con la promesa de una reconstrucción que podría tardar entre seis y nueve meses, la vida de estas familias, sigue en suspenso, atrapadas en una pesadilla que parece no tener fin.

Texto y despieces: Julia Szymanski
Acuarelas y fotos: Chiara Perin

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